jueves, 28 de abril de 2016

Otros poemas


Mi alma tiene la palabra


Poesía de Genaro Zúñiga Escobedo

¿Para qué un poema?

¿Qué poesía podría escribir?

¿Poema para perfume

o poema para basura?

¿Poema para apalabrarse

o poema para olvidar?

¿Poema para abrir los ojos

o poema para cerrarlos?

¿Poema para quemarlo?

¿Poema para cuidarlo?

¿Poema para borrarlo?

¿Poema a gritos o en silencio?

Ustedes habrán de saberlo,

yo sólo sé

que hice de este momento,

un espacio necesario

para hacer este poema en mi vida.

Y listo. A mi vida lo acompaña

un poema que me enseña

la libertad de responderme

lo que quiera, cuando las preguntas

sean dudas que borran la visión

para apreciar este valioso instante de la vida.

 


Todo por nada


¿Qué innegable poder tendrá la gloria,

que siendo en realidad nada,

pareciera como si fuera todo?

Y es que para conseguirla hay que darlo todo

aunque en verdad su pago sea sólo nada.

¿Qué negocio es éste, tan macabro

que habré de perder la vida buscando ganármela?

Después de la cima de la montaña sólo aire de la soledad,

más allá de los confines del universo sólo misterio,

en los abismos del mar sólo densa oscuridad.

¿Quién puede llegar al sol sin quemarse?

Tantos logros externos y, sin embargo,

¿Por qué el mundo es infeliz?

Realmente tantos de nosotros

somos desconocidos y

¿cuánto valor no hay

en nuestro heroísmo silencioso

que no saben los demás?

Porque estamos hechos de la misma materia

y no hay nada en el Universo que pueda medir

nuestro amor sin horizontes.

Todos vamos al mismo fin,

hasta nuestra misma casa, La Tierra,

va hacia la inevitable muerte.

Así que homenajes a la parca con premio,

porque cuando ya nada se siente

se corresponde con lo que dentro no deja nada.

¡Un símbolo hueco!

Nuestra vida es nuestro tesoro,

como lo primero y lo último que tenemos.

Vayamos por la vida,

ya que todo termina,

no vayamos tras quimeras

sino aprovechemos la vida y disfrutarla

dándonos a nosotros nuestro valor.

Romance popular


Estoy en la esquina de este barrio

y aspiro el olor de los claveles del balcón.

No traigo guitarra,

no hay serenata,

no hay cartas de amor,

sólo hay suspiros profundos en mi pecho.

Anhelo porque salga la mujer,

esa mujer desconocida aún,

que también suspira por mí.

Sólo conozco música de mi mente,

que me hace silbar canción,

que es canto que sólo yo escucho

y  la calle sorda

con gente que piensa sólo para sí.

El agua con que riegan las flores

cae sobre mi cabeza,

haciéndome pensar que lloro

por el amor desconocido,

mas creo que me han confundido por clavel.

Más ¿Para qué llorar?

La esperanza de conocerla

me llevó largas horas en esta esquina.

Y no vino...¡Vino el colibrí a festejar el polen!

¡Vino el perro que jadeaba feliz vida!

¡Pasaron las personas, humanos que alguna historia de amor

parió para vivir su presente en esta calle!

No vino la mujer soñada por las noches y los días de juventud.

¿Qué es el romance? ¿Con qué se come?

¡Vámonos que hace ya hambre

y ella, la dulce de caramelo,

me espera el día de mañana

cuando vuelva a dar el sol en esta esquina de azúcar!

¿Qué tanto hay en las pantallas que ella no sale al balcón?


Vientre del amor


¡Alerta¡

La vida se escapa y no hay manera de detenerla.

Las espumas de las olas tampoco

dejan de burbujear a las orillas del mar y

mi corazón late rojo como

cereza del pastel acuático.

Nada está quieto, todo es eterno movimiento.

El tiempo es carrusel sin descanso

al cual subimos al mundo a dar vueltas.

Así, en mi ciudad, tengo la vida,

viven conmigo las creencias pasadas,

pero no son las ideas de mi corazón.

Porque la cabeza es cuna de fantasmas

y mi órgano escarlata,

latido de mis profundos sentimientos con el tiempo.

Lloran las almas la muerte,

más la alegría de vivir está presente en todos

quienes pisamos tierra.

Corazón pacífico,

cabeza guerrera,

hagamos las paces,

seamos uno solo

y no luchemos como un país en guerra civil.

Uno por uno caemos a dormir eternamente,

ya que así me toca por destino,

siempre diré con firme convicción: “!Viví como quise vivir!”

Se abren las nubes negras del temor

y pasa mi tranquilidad a mis anchas

a disfrutar los gozos celestiales

cuando la sencillez abre los ojos

y nunca cesa de mirar hacia dentro…

Donde el espejo mira hacia afuera.

¡Qué hermoso es el mundo interior llamado vida

que salió del vientre del amor!

 


Danza mexicana


Pareja, parejita,

¡Vamos a bailar la música!

Levántate de tu asiento, dame tu mano y dancemos este son

como Tláloc nos dio a entender.

Tu cuerpo de mujer,

anhelo sensual de figuras,

cubierto tras esa falda,

ora abajo,

ora arriba.

Tu rostro colorido,

ojos plateados, boca fresa roja y dientes de esquites,

bajo el andar de mi mano

al compás de los músicos del pueblo.

Ora viene la danza alegre, bailemos entre carcajadas rítmicas.

Ora viene la danza triste, valsemos entre lágrimas saladas.

Los tambores suenan a marcha guerrera,

¡Demos pisotones de ira!

El arpa suena dulce y onírica,

¡Mándame tu beso etéreo que ya te envié el mío!

Sigue el ritmo de los latidos en la banda de alientos,

el timbre de una guitarra que canta folklor,

la melodía es miel pegajosa en los oídos.

¡Danza

sin pena

y suda éxtasis!

Toda la música se baila,

las trompetistas ritman con sus sonidos

y los cuerpos en la tarima electrizan pulsos.

Los poetas bailan con la música que dictan las letras y

mi corazón baila,

mientras yo danzo contigo,

mis pechos con tus pechos salientes,

mis ojos con tus ojos de rimmel,

mientras esta pieza se va y se va hasta el silencio.

Descansamos, suspiramos, aplaudimos,

pedimos “otra”

y volvemos a nuestro lugar.

Y...

¡Que suene la siguiente canción!

¡La música llama a zapatear la duela!...

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