jueves, 22 de abril de 2021

Crónica de la Bienal de Cuernavaca 2017

 

 

                                                 

Crónica de la Bienal de Cuernavaca 2017

                En Cuernavaca, Morelos, se celebró ayer la primera Bienal de Pintura en el Museo de la Ciudad, mejor conocido como el MUCIC. Al entrar se veía la gente hablar mientras en una esquina estaba un joven que ejecutaba el piano piezas de Chopin, Beethoven y Debussy. La cita era a las 6 de la tarde y justo comenzó a las 6 con veinte minutos, cuando solicitaron a la audiencia a ocupar sus asientos. Subió al estrado Antonio Lestrade quien dirigió unas palabras al público sobre la historia del recinto así como de pasajes de la historia de este museo. Luego subió Hugo Juárez, el director general del museo quien habló de la Bienal, de sus ganadores, jurados, así como patrocinadores. Venía vestido con saco y corbata más llevaba unos pantalones rojos que lo hacían ver moderno. Entre aplausos y aplausos, señaló a los ganadores. Sólo se encontraba en el recinto la mención honorífica para Mateo y el primer lugar para Jimena.

            Subió entonces al estrado el exfutbolista Cuauhtémoc Blanco, quien es el alcalde de la ciudad de Cuernavaca y entregó los respectivos premios a los artistas plásticos que se lo adjudicaron. Para cortar el listón de inauguración, subieron al estrado más personas del gobierno de Cuernavaca así como jurados de la primera Bienal. El alcalde con unas tijeras cortó el listón y quedó inaugurada la exposición cuyas obras se encuentran en el segundo piso del museo.

               La gente se formó para recibir un catálogo de la Bienal. El pianista reanudó su repertorio. Entre el público se alcanzaba a distinguir a Uli Solner, escultora, maestra del Centro Morelense de las Artes. Emilia Juan, convocadora de artistas para eventos especiales del grupo Unidos por Amor al Arte. Isadora y Larisa Escobedo, trabajadoras y maestras de la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (Uaem). Teolinca Escobedo, pintora de amplia trayectoria en exposiciones individuales y colectivas proveniente de la Ciudad de México.

               La exposición era relativa al tema de la Ciudad de Cuernavaca, la obra ganadora constaba de un tronco con la silueta de la demarcación de la ciudad de Cuernavaca con una flor en capullo amarilla que pendía como asta bandera. La obra de Mateo era un abstracto con una elegante silueta negra que tenía trazos geométricos. Había otros de llamar la atención como un Zapata en alusión al Plan de Ayala. Un jolgorio de Carnaval en el zócalo de la capital morelense. La calle principal que da al palacio de Cortés. Una silueta con rostro rojo que gritaba con la boca muy abierta llamado la Cantina.  Un chinelo lleno de colores tanto uno abstracto como uno realista. En fin, entre más de varias obras seleccionadas.

               Me encontré a la pintora Magda Alejandre con su esposo, la cual me dijo que no pudo entrar a la Bienal porque habían cambiado el tema de última hora y había que ver la próxima ocasión ya que no contaba con un cuadro en alusión al tema de Cuernavaca. Igualmente Teolinca Escobedo no pudo participar porque no contaba con un registro de vivienda en Cuernavaca, sino de Jiutepec, el municipio vecino. En fin, muchas trabas tuvieron muchos artistas y sólo seleccionaron a la Bienal como a 40, entre los cuales la ganadora Jimena, era una rubia con una encantadora minifalda dorada.

               Repartieron bocadillos y Clericot, se tomaban muchas selfies, entre un público muy platicador, entre los cuales se veían muchos estudiantes de pintura y música, así como maestros como Carlos y su amigo Ángel, y un público ya conocido en Cuernavaca, avencidado de muchos años quienes exploran el arte ante el apoyo que les da la alcaldía con la Bienal y otros eventos culturales.

              El pianista tocaba la Balada No 1 de Federico Chopin, el compositor polaco del cual ante su obra tan magistral en la música se cuentan muchas historias pues su fama trasciende su tiempo y espacio. Terminó de tocar cuando nos pasamos a retirar con los ojos halagados por las bellas obras pictóricas así como del pianista que sólo le faltaba una manecilla en la espalda para que fuera como la canción que inmortalizara el gran Pedro Infante, “Muñeco de cuerda”.

Genaro Zúñiga Escobedo

Miércoles 15 de Noviembre de 2017

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